Los hermanos de José lo vendieron por envidia. No soportaban que fuera el preferido de su padre Jacob, que éste lo amara de forma distinta a ellos. La envidia atraviesa la historia de la humanidad envenenando el corazón y destruyendo la fraternidad: desde Caín y Abel, pasando por José y sus hermanos hasta el mismo Jesús, el Hijo del dueño de la viña matado por la envidia de sus labradores. Pero el amor misericordioso de Dios siempre es creativo.