“Cuando partas tu pan con el hambriento, cuando hospedes al que no tiene hogar, entonces serás luz”. Estas palabras que hoy nos regala Isaías nos hacen comprender que nuestro testimonio (nuestra luz en el mundo) no consiste en hacer grandes hazañas, ni nada extraordinario, sino en hacer lo más sencillo cada día, lo cotidiano, pero desde el amor. Así hacía Jesús: se sentaba en la mesa del hambriento para mostrarle el verdadero alimento, se hospedaba en casa.