Todos los días el mundo nos obliga a tomar pequeñas decisiones que al final van orientando el camino de nuestra vida. Pero cada decisión no se toma al azar, independiente de la anterior. Como el pueblo de Israel, nosotros también tenemos un horizonte, caminamos hacia un lugar y la decisión de ir hacia allí hace que podamos tomar cada día esas pequeñas decisiones. Hoy se nos hace una llamada y una promesa desde el horizonte: “El que pierda su vida por mi la salvará”.