top of page
#amandoenFamilia


IGLESIA
#CONSTRUYENDO
FAMILIAS
FAMILIA
cuaresma 19
SEMANA 1

SEMANA 2
SEMANA 3
SEMANA 4
SEMANA 5
SEMANA 6

1 de Abril
Tener hermanos me ayuda a no creerme el ombligo del mundo, a tener que aceptar que tengo que compartir el amor de mis padres, a asumir que tengo un origen común, que no sólo yo soy el importante, que no siempre puedo hacer lo que me apetece. Tener hermanos me hace poder descubrir que de alguna manera, aunque todos seamos iguales, cada uno es único... Aunque nos hayamos criado igual, con las mismas reglas y en la misma casa con los mismos padres, cada uno es especial y tiene algo que aportar. Tener hermanos me hace en definitiva salir de mí mismo, aprender solidaridad, me educa pensar en plural, a estar pendiente de lo que el otro, el que tengo al lado, necesita. Tener hermanos nos construye como personas y nos ayuda a construir un mundo mejor.

2 de Abril
Tener un hermano diferente me permite aprender a amar lo diferente. Tener un hermano diferente me hace consciente de que las cosas a las que yo le doy mucha importancia, en el fondo, no son tan importantes. Tener un hermano diferente me permite ver la vida con otros ojos, los de la inocencia, y me permite ser consciente de todo lo que me falta, pero sobre todo, de todo lo que me sobra para ser feliz. Tener un hermano diferente, que siempre ve lo bueno del otro, me ayuda a descubrir la bondad a mi alrededor. Tener un hermano diferente, que percibe la belleza de una forma especial, me ayuda a tener un corazón capaz de sorprenderse en cada instante. Tener un hermano diferente, me hace a mí diferente, transforma la verdad de lo que soy... me hace más hermano y más humano.

3 de Abril
Los hermanos son las primeras personas en este mundo con los que compartimos nuestra vida: jugamos, reímos, lloramos, nos peleamos... nos educan a "perder tiempo" gratuitamente con el otro, es decir, a dedicarle un tiempo no interesado. Los hermanos aprendemos el uno del otro a relacionarnos con los demás, con un igual y así, relacionándonos con quien nos quiere nos ayuda a descubrirnos tal y como somos porque no tenemos miedo a mostrarnos en verdad. Mi hermano me provoca para crecer en asertividad, en generosidad, y en complicidad, me descubre lo bello de vivir sin máscaras ni disfraz. La amistad verdadera, camino de la felicidad, requiere tener preparada la mente y el corazón para vivir todas estas cosas. Por eso los hermanos son la mejor escuela para descubrir lo que significa la amistad y poder un día vivirla plenamente.

1ª estación (4 de Abril)
A partir de hoy comenzamos la segunda fase de la campaña. Los últimos 14 días de esta #cuaresma2019 vamos a hacer un viacrucis con las familias y vamos a ir acompañándolas en sus dramas y dificultades. ¿Habéis visto el vídeo de Ikea de la campaña de Navidad? (bit.ly/2QqMwPX) En él se mostraba cómo estamos informados en exceso de los cotilleos de famosos, del baile de moda, la canción que va a Eurovisión... y sin embargo no sabemos dónde se conocieron nuestros padres, qué bailaron el día de su boda o el color favorito de nuestro hijo. Estamos tan ocupados en estar "conectados" que hemos perdido la capacidad de "estar comunicados". El diálogo, la capacidad de perder tiempo gratuito con el otro, vivir la vida juntos y no sólo estar al lado, disfrutar unidos... es la receta para que una familia sea lanzadera a una vida feliz.

2ª estación (5 de Abril)
Una de las primeras historias que nos narra la Biblia es la de Caín y Abel: una historia acerca del origen de la violencia. Caín siente celos de su hermano porque su ofrenda había sido más agradable a Dios. Caín no puede controlar la situación, no puede dominar la voluntad de Dios ni la voluntad de su hermano. Caín no acepta la libertad del otro. Ante la necesidad de controlarlo todo, de tomar el control de la situación y ante la imposibilidad de hacerlo, al ser humano le brota una reacción de inseguridad, de indefensión… quiere dominar, pero no puede, quiere ser el dueño de la libertad del otro y termina así ahogando su propia libertad haciéndose esclavo de su odio y su rabia, maltratando a quien no podemos arrebatar la libertad. Lamentablemente todavía vivimos estas situaciones a diario en la familia, donde la necesidad de dominar termina derramando una sangre que clama desde la tierra igual que la de Abel.

3ª estación (6 de Abril)
¿Cuántas familias a nuestro alrededor viven sin lo necesario? ¿Cuántos a nuestro lado pasan hambre o no pueden disfrutar de un hogar caliente en invierno? ¿Cuántos tienen que mendigar para poder alimentar a sus hijos? ¿Cuántos han perdido la esperanza de encontrar un empleo digno? La pobreza material es un drama que sigue afectando a muchas familias a nuestro alrededor: el paro prolongado, la falta de ahorro, los vicios, las deudas acumuladas… son algunas de las causas de este drama. El Señor nos envía en esta #cuaresma2019 a estar atentos a estas situaciones, a reconocerlo a Él en cada uno de los protagonistas de este drama porque la familia está llamada a cuidar de las familias. ‘Entonces le preguntaremos: -Señor, ¿cuándo te vimos con hambre, o en el paro, o sin casa, o buscando en un contenedor, y no te ayudamos? Él les contestará: -Os aseguro que todo lo que no hicisteis por estos, mis pequeños, tampoco por mí lo hicisteis’.

4ª estación (7 de Abril)
“Amar a alguien significa decirle: tú nunca morirás”, decía Marcel. Cuando el amor es verdadero, penetra de forma tan profunda en mí que ya no puedo entenderme sin el otro. El amor está hecho para la eternidad y cuando un ser querido muere nos negamos a aceptar que esa muerte pueda ser definitiva. El hombre necesita eternidad, y cualquier otra esperanza es demasiado breve, demasiado pequeña, demasiado poco humana. La muerte de un ser amado supone también una muerte personal, porque algo en mí se muere al morir una persona sin la que no soy capaz de entenderme. Y la esperanza es posible sólo si existe un Amor que es capaz de superar ese abismo de tiempo y de distancia. Hoy Domingo, celebramos que Dios entró en nuestra existencia hasta la propia muerte, ha superado ese abismo y ha abierto el camino para todos: «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí no morirá para siempre»

1 de Abril
Tener hermanos me ayuda a no creerme el ombligo del mundo, a tener que aceptar que tengo que compartir el amor de mis padres, a asumir que tengo un origen común, que no sólo yo soy el importante, que no siempre puedo hacer lo que me apetece. Tener hermanos me hace poder descubrir que de alguna manera, aunque todos seamos iguales, cada uno es único... Aunque nos hayamos criado igual, con las mismas reglas y en la misma casa con los mismos padres, cada uno es especial y tiene algo que aportar. Tener hermanos me hace en definitiva salir de mí mismo, aprender solidaridad, me educa pensar en plural, a estar pendiente de lo que el otro, el que tengo al lado, necesita. Tener hermanos nos construye como personas y nos ayuda a construir un mundo mejor.

2 de Abril
Tener un hermano diferente me permite aprender a amar lo diferente. Tener un hermano diferente me hace consciente de que las cosas a las que yo le doy mucha importancia, en el fondo, no son tan importantes. Tener un hermano diferente me permite ver la vida con otros ojos, los de la inocencia, y me permite ser consciente de todo lo que me falta, pero sobre todo, de todo lo que me sobra para ser feliz. Tener un hermano diferente, que siempre ve lo bueno del otro, me ayuda a descubrir la bondad a mi alrededor. Tener un hermano diferente, que percibe la belleza de una forma especial, me ayuda a tener un corazón capaz de sorprenderse en cada instante. Tener un hermano diferente, me hace a mí diferente, transforma la verdad de lo que soy... me hace más hermano y más humano.

3 de Abril
Los hermanos son las primeras personas en este mundo con los que compartimos nuestra vida: jugamos, reímos, lloramos, nos peleamos... nos educan a "perder tiempo" gratuitamente con el otro, es decir, a dedicarle un tiempo no interesado. Los hermanos aprendemos el uno del otro a relacionarnos con los demás, con un igual y así, relacionándonos con quien nos quiere nos ayuda a descubrirnos tal y como somos porque no tenemos miedo a mostrarnos en verdad. Mi hermano me provoca para crecer en asertividad, en generosidad, y en complicidad, me descubre lo bello de vivir sin máscaras ni disfraz. La amistad verdadera, camino de la felicidad, requiere tener preparada la mente y el corazón para vivir todas estas cosas. Por eso los hermanos son la mejor escuela para descubrir lo que significa la amistad y poder un día vivirla plenamente.

1ª estación (4 de Abril)
A partir de hoy comenzamos la segunda fase de la campaña. Los últimos 14 días de esta #cuaresma2019 vamos a hacer un viacrucis con las familias y vamos a ir acompañándolas en sus dramas y dificultades. ¿Habéis visto el vídeo de Ikea de la campaña de Navidad? (bit.ly/2QqMwPX) En él se mostraba cómo estamos informados en exceso de los cotilleos de famosos, del baile de moda, la canción que va a Eurovisión... y sin embargo no sabemos dónde se conocieron nuestros padres, qué bailaron el día de su boda o el color favorito de nuestro hijo. Estamos tan ocupados en estar "conectados" que hemos perdido la capacidad de "estar comunicados". El diálogo, la capacidad de perder tiempo gratuito con el otro, vivir la vida juntos y no sólo estar al lado, disfrutar unidos... es la receta para que una familia sea lanzadera a una vida feliz.

2ª estación (5 de Abril)
Una de las primeras historias que nos narra la Biblia es la de Caín y Abel: una historia acerca del origen de la violencia. Caín siente celos de su hermano porque su ofrenda había sido más agradable a Dios. Caín no puede controlar la situación, no puede dominar la voluntad de Dios ni la voluntad de su hermano. Caín no acepta la libertad del otro. Ante la necesidad de controlarlo todo, de tomar el control de la situación y ante la imposibilidad de hacerlo, al ser humano le brota una reacción de inseguridad, de indefensión… quiere dominar, pero no puede, quiere ser el dueño de la libertad del otro y termina así ahogando su propia libertad haciéndose esclavo de su odio y su rabia, maltratando a quien no podemos arrebatar la libertad. Lamentablemente todavía vivimos estas situaciones a diario en la familia, donde la necesidad de dominar termina derramando una sangre que clama desde la tierra igual que la de Abel.

3ª estación (6 de Abril)
¿Cuántas familias a nuestro alrededor viven sin lo necesario? ¿Cuántos a nuestro lado pasan hambre o no pueden disfrutar de un hogar caliente en invierno? ¿Cuántos tienen que mendigar para poder alimentar a sus hijos? ¿Cuántos han perdido la esperanza de encontrar un empleo digno? La pobreza material es un drama que sigue afectando a muchas familias a nuestro alrededor: el paro prolongado, la falta de ahorro, los vicios, las deudas acumuladas… son algunas de las causas de este drama. El Señor nos envía en esta #cuaresma2019 a estar atentos a estas situaciones, a reconocerlo a Él en cada uno de los protagonistas de este drama porque la familia está llamada a cuidar de las familias. ‘Entonces le preguntaremos: -Señor, ¿cuándo te vimos con hambre, o en el paro, o sin casa, o buscando en un contenedor, y no te ayudamos? Él les contestará: -Os aseguro que todo lo que no hicisteis por estos, mis pequeños, tampoco por mí lo hicisteis’.

4ª estación (7 de Abril)
“Amar a alguien significa decirle: tú nunca morirás”, decía Marcel. Cuando el amor es verdadero, penetra de forma tan profunda en mí que ya no puedo entenderme sin el otro. El amor está hecho para la eternidad y cuando un ser querido muere nos negamos a aceptar que esa muerte pueda ser definitiva. El hombre necesita eternidad, y cualquier otra esperanza es demasiado breve, demasiado pequeña, demasiado poco humana. La muerte de un ser amado supone también una muerte personal, porque algo en mí se muere al morir una persona sin la que no soy capaz de entenderme. Y la esperanza es posible sólo si existe un Amor que es capaz de superar ese abismo de tiempo y de distancia. Hoy Domingo, celebramos que Dios entró en nuestra existencia hasta la propia muerte, ha superado ese abismo y ha abierto el camino para todos: «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí no morirá para siempre»

1 de Abril
Tener hermanos me ayuda a no creerme el ombligo del mundo, a tener que aceptar que tengo que compartir el amor de mis padres, a asumir que tengo un origen común, que no sólo yo soy el importante, que no siempre puedo hacer lo que me apetece. Tener hermanos me hace poder descubrir que de alguna manera, aunque todos seamos iguales, cada uno es único... Aunque nos hayamos criado igual, con las mismas reglas y en la misma casa con los mismos padres, cada uno es especial y tiene algo que aportar. Tener hermanos me hace en definitiva salir de mí mismo, aprender solidaridad, me educa pensar en plural, a estar pendiente de lo que el otro, el que tengo al lado, necesita. Tener hermanos nos construye como personas y nos ayuda a construir un mundo mejor.

2 de Abril
Tener un hermano diferente me permite aprender a amar lo diferente. Tener un hermano diferente me hace consciente de que las cosas a las que yo le doy mucha importancia, en el fondo, no son tan importantes. Tener un hermano diferente me permite ver la vida con otros ojos, los de la inocencia, y me permite ser consciente de todo lo que me falta, pero sobre todo, de todo lo que me sobra para ser feliz. Tener un hermano diferente, que siempre ve lo bueno del otro, me ayuda a descubrir la bondad a mi alrededor. Tener un hermano diferente, que percibe la belleza de una forma especial, me ayuda a tener un corazón capaz de sorprenderse en cada instante. Tener un hermano diferente, me hace a mí diferente, transforma la verdad de lo que soy... me hace más hermano y más humano.

3 de Abril
Los hermanos son las primeras personas en este mundo con los que compartimos nuestra vida: jugamos, reímos, lloramos, nos peleamos... nos educan a "perder tiempo" gratuitamente con el otro, es decir, a dedicarle un tiempo no interesado. Los hermanos aprendemos el uno del otro a relacionarnos con los demás, con un igual y así, relacionándonos con quien nos quiere nos ayuda a descubrirnos tal y como somos porque no tenemos miedo a mostrarnos en verdad. Mi hermano me provoca para crecer en asertividad, en generosidad, y en complicidad, me descubre lo bello de vivir sin máscaras ni disfraz. La amistad verdadera, camino de la felicidad, requiere tener preparada la mente y el corazón para vivir todas estas cosas. Por eso los hermanos son la mejor escuela para descubrir lo que significa la amistad y poder un día vivirla plenamente.

1ª estación (4 de Abril)
A partir de hoy comenzamos la segunda fase de la campaña. Los últimos 14 días de esta #cuaresma2019 vamos a hacer un viacrucis con las familias y vamos a ir acompañándolas en sus dramas y dificultades. ¿Habéis visto el vídeo de Ikea de la campaña de Navidad? (bit.ly/2QqMwPX) En él se mostraba cómo estamos informados en exceso de los cotilleos de famosos, del baile de moda, la canción que va a Eurovisión... y sin embargo no sabemos dónde se conocieron nuestros padres, qué bailaron el día de su boda o el color favorito de nuestro hijo. Estamos tan ocupados en estar "conectados" que hemos perdido la capacidad de "estar comunicados". El diálogo, la capacidad de perder tiempo gratuito con el otro, vivir la vida juntos y no sólo estar al lado, disfrutar unidos... es la receta para que una familia sea lanzadera a una vida feliz.

2ª estación (5 de Abril)
Una de las primeras historias que nos narra la Biblia es la de Caín y Abel: una historia acerca del origen de la violencia. Caín siente celos de su hermano porque su ofrenda había sido más agradable a Dios. Caín no puede controlar la situación, no puede dominar la voluntad de Dios ni la voluntad de su hermano. Caín no acepta la libertad del otro. Ante la necesidad de controlarlo todo, de tomar el control de la situación y ante la imposibilidad de hacerlo, al ser humano le brota una reacción de inseguridad, de indefensión… quiere dominar, pero no puede, quiere ser el dueño de la libertad del otro y termina así ahogando su propia libertad haciéndose esclavo de su odio y su rabia, maltratando a quien no podemos arrebatar la libertad. Lamentablemente todavía vivimos estas situaciones a diario en la familia, donde la necesidad de dominar termina derramando una sangre que clama desde la tierra igual que la de Abel.

3ª estación (6 de Abril)
¿Cuántas familias a nuestro alrededor viven sin lo necesario? ¿Cuántos a nuestro lado pasan hambre o no pueden disfrutar de un hogar caliente en invierno? ¿Cuántos tienen que mendigar para poder alimentar a sus hijos? ¿Cuántos han perdido la esperanza de encontrar un empleo digno? La pobreza material es un drama que sigue afectando a muchas familias a nuestro alrededor: el paro prolongado, la falta de ahorro, los vicios, las deudas acumuladas… son algunas de las causas de este drama. El Señor nos envía en esta #cuaresma2019 a estar atentos a estas situaciones, a reconocerlo a Él en cada uno de los protagonistas de este drama porque la familia está llamada a cuidar de las familias. ‘Entonces le preguntaremos: -Señor, ¿cuándo te vimos con hambre, o en el paro, o sin casa, o buscando en un contenedor, y no te ayudamos? Él les contestará: -Os aseguro que todo lo que no hicisteis por estos, mis pequeños, tampoco por mí lo hicisteis’.

4ª estación (7 de Abril)
“Amar a alguien significa decirle: tú nunca morirás”, decía Marcel. Cuando el amor es verdadero, penetra de forma tan profunda en mí que ya no puedo entenderme sin el otro. El amor está hecho para la eternidad y cuando un ser querido muere nos negamos a aceptar que esa muerte pueda ser definitiva. El hombre necesita eternidad, y cualquier otra esperanza es demasiado breve, demasiado pequeña, demasiado poco humana. La muerte de un ser amado supone también una muerte personal, porque algo en mí se muere al morir una persona sin la que no soy capaz de entenderme. Y la esperanza es posible sólo si existe un Amor que es capaz de superar ese abismo de tiempo y de distancia. Hoy Domingo, celebramos que Dios entró en nuestra existencia hasta la propia muerte, ha superado ese abismo y ha abierto el camino para todos: «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí no morirá para siempre»

1 de Abril
Tener hermanos me ayuda a no creerme el ombligo del mundo, a tener que aceptar que tengo que compartir el amor de mis padres, a asumir que tengo un origen común, que no sólo yo soy el importante, que no siempre puedo hacer lo que me apetece. Tener hermanos me hace poder descubrir que de alguna manera, aunque todos seamos iguales, cada uno es único... Aunque nos hayamos criado igual, con las mismas reglas y en la misma casa con los mismos padres, cada uno es especial y tiene algo que aportar. Tener hermanos me hace en definitiva salir de mí mismo, aprender solidaridad, me educa pensar en plural, a estar pendiente de lo que el otro, el que tengo al lado, necesita. Tener hermanos nos construye como personas y nos ayuda a construir un mundo mejor.

2 de Abril
Tener un hermano diferente me permite aprender a amar lo diferente. Tener un hermano diferente me hace consciente de que las cosas a las que yo le doy mucha importancia, en el fondo, no son tan importantes. Tener un hermano diferente me permite ver la vida con otros ojos, los de la inocencia, y me permite ser consciente de todo lo que me falta, pero sobre todo, de todo lo que me sobra para ser feliz. Tener un hermano diferente, que siempre ve lo bueno del otro, me ayuda a descubrir la bondad a mi alrededor. Tener un hermano diferente, que percibe la belleza de una forma especial, me ayuda a tener un corazón capaz de sorprenderse en cada instante. Tener un hermano diferente, me hace a mí diferente, transforma la verdad de lo que soy... me hace más hermano y más humano.

3 de Abril
Los hermanos son las primeras personas en este mundo con los que compartimos nuestra vida: jugamos, reímos, lloramos, nos peleamos... nos educan a "perder tiempo" gratuitamente con el otro, es decir, a dedicarle un tiempo no interesado. Los hermanos aprendemos el uno del otro a relacionarnos con los demás, con un igual y así, relacionándonos con quien nos quiere nos ayuda a descubrirnos tal y como somos porque no tenemos miedo a mostrarnos en verdad. Mi hermano me provoca para crecer en asertividad, en generosidad, y en complicidad, me descubre lo bello de vivir sin máscaras ni disfraz. La amistad verdadera, camino de la felicidad, requiere tener preparada la mente y el corazón para vivir todas estas cosas. Por eso los hermanos son la mejor escuela para descubrir lo que significa la amistad y poder un día vivirla plenamente.

1ª estación (4 de Abril)
A partir de hoy comenzamos la segunda fase de la campaña. Los últimos 14 días de esta #cuaresma2019 vamos a hacer un viacrucis con las familias y vamos a ir acompañándolas en sus dramas y dificultades. ¿Habéis visto el vídeo de Ikea de la campaña de Navidad? (bit.ly/2QqMwPX) En él se mostraba cómo estamos informados en exceso de los cotilleos de famosos, del baile de moda, la canción que va a Eurovisión... y sin embargo no sabemos dónde se conocieron nuestros padres, qué bailaron el día de su boda o el color favorito de nuestro hijo. Estamos tan ocupados en estar "conectados" que hemos perdido la capacidad de "estar comunicados". El diálogo, la capacidad de perder tiempo gratuito con el otro, vivir la vida juntos y no sólo estar al lado, disfrutar unidos... es la receta para que una familia sea lanzadera a una vida feliz.

2ª estación (5 de Abril)
Una de las primeras historias que nos narra la Biblia es la de Caín y Abel: una historia acerca del origen de la violencia. Caín siente celos de su hermano porque su ofrenda había sido más agradable a Dios. Caín no puede controlar la situación, no puede dominar la voluntad de Dios ni la voluntad de su hermano. Caín no acepta la libertad del otro. Ante la necesidad de controlarlo todo, de tomar el control de la situación y ante la imposibilidad de hacerlo, al ser humano le brota una reacción de inseguridad, de indefensión… quiere dominar, pero no puede, quiere ser el dueño de la libertad del otro y termina así ahogando su propia libertad haciéndose esclavo de su odio y su rabia, maltratando a quien no podemos arrebatar la libertad. Lamentablemente todavía vivimos estas situaciones a diario en la familia, donde la necesidad de dominar termina derramando una sangre que clama desde la tierra igual que la de Abel.

3ª estación (6 de Abril)
¿Cuántas familias a nuestro alrededor viven sin lo necesario? ¿Cuántos a nuestro lado pasan hambre o no pueden disfrutar de un hogar caliente en invierno? ¿Cuántos tienen que mendigar para poder alimentar a sus hijos? ¿Cuántos han perdido la esperanza de encontrar un empleo digno? La pobreza material es un drama que sigue afectando a muchas familias a nuestro alrededor: el paro prolongado, la falta de ahorro, los vicios, las deudas acumuladas… son algunas de las causas de este drama. El Señor nos envía en esta #cuaresma2019 a estar atentos a estas situaciones, a reconocerlo a Él en cada uno de los protagonistas de este drama porque la familia está llamada a cuidar de las familias. ‘Entonces le preguntaremos: -Señor, ¿cuándo te vimos con hambre, o en el paro, o sin casa, o buscando en un contenedor, y no te ayudamos? Él les contestará: -Os aseguro que todo lo que no hicisteis por estos, mis pequeños, tampoco por mí lo hicisteis’.

4ª estación (7 de Abril)
“Amar a alguien significa decirle: tú nunca morirás”, decía Marcel. Cuando el amor es verdadero, penetra de forma tan profunda en mí que ya no puedo entenderme sin el otro. El amor está hecho para la eternidad y cuando un ser querido muere nos negamos a aceptar que esa muerte pueda ser definitiva. El hombre necesita eternidad, y cualquier otra esperanza es demasiado breve, demasiado pequeña, demasiado poco humana. La muerte de un ser amado supone también una muerte personal, porque algo en mí se muere al morir una persona sin la que no soy capaz de entenderme. Y la esperanza es posible sólo si existe un Amor que es capaz de superar ese abismo de tiempo y de distancia. Hoy Domingo, celebramos que Dios entró en nuestra existencia hasta la propia muerte, ha superado ese abismo y ha abierto el camino para todos: «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí no morirá para siempre»

1 de Abril
Tener hermanos me ayuda a no creerme el ombligo del mundo, a tener que aceptar que tengo que compartir el amor de mis padres, a asumir que tengo un origen común, que no sólo yo soy el importante, que no siempre puedo hacer lo que me apetece. Tener hermanos me hace poder descubrir que de alguna manera, aunque todos seamos iguales, cada uno es único... Aunque nos hayamos criado igual, con las mismas reglas y en la misma casa con los mismos padres, cada uno es especial y tiene algo que aportar. Tener hermanos me hace en definitiva salir de mí mismo, aprender solidaridad, me educa pensar en plural, a estar pendiente de lo que el otro, el que tengo al lado, necesita. Tener hermanos nos construye como personas y nos ayuda a construir un mundo mejor.

2 de Abril
Tener un hermano diferente me permite aprender a amar lo diferente. Tener un hermano diferente me hace consciente de que las cosas a las que yo le doy mucha importancia, en el fondo, no son tan importantes. Tener un hermano diferente me permite ver la vida con otros ojos, los de la inocencia, y me permite ser consciente de todo lo que me falta, pero sobre todo, de todo lo que me sobra para ser feliz. Tener un hermano diferente, que siempre ve lo bueno del otro, me ayuda a descubrir la bondad a mi alrededor. Tener un hermano diferente, que percibe la belleza de una forma especial, me ayuda a tener un corazón capaz de sorprenderse en cada instante. Tener un hermano diferente, me hace a mí diferente, transforma la verdad de lo que soy... me hace más hermano y más humano.

3 de Abril
Los hermanos son las primeras personas en este mundo con los que compartimos nuestra vida: jugamos, reímos, lloramos, nos peleamos... nos educan a "perder tiempo" gratuitamente con el otro, es decir, a dedicarle un tiempo no interesado. Los hermanos aprendemos el uno del otro a relacionarnos con los demás, con un igual y así, relacionándonos con quien nos quiere nos ayuda a descubrirnos tal y como somos porque no tenemos miedo a mostrarnos en verdad. Mi hermano me provoca para crecer en asertividad, en generosidad, y en complicidad, me descubre lo bello de vivir sin máscaras ni disfraz. La amistad verdadera, camino de la felicidad, requiere tener preparada la mente y el corazón para vivir todas estas cosas. Por eso los hermanos son la mejor escuela para descubrir lo que significa la amistad y poder un día vivirla plenamente.

1ª estación (4 de Abril)
A partir de hoy comenzamos la segunda fase de la campaña. Los últimos 14 días de esta #cuaresma2019 vamos a hacer un viacrucis con las familias y vamos a ir acompañándolas en sus dramas y dificultades. ¿Habéis visto el vídeo de Ikea de la campaña de Navidad? (bit.ly/2QqMwPX) En él se mostraba cómo estamos informados en exceso de los cotilleos de famosos, del baile de moda, la canción que va a Eurovisión... y sin embargo no sabemos dónde se conocieron nuestros padres, qué bailaron el día de su boda o el color favorito de nuestro hijo. Estamos tan ocupados en estar "conectados" que hemos perdido la capacidad de "estar comunicados". El diálogo, la capacidad de perder tiempo gratuito con el otro, vivir la vida juntos y no sólo estar al lado, disfrutar unidos... es la receta para que una familia sea lanzadera a una vida feliz.

2ª estación (5 de Abril)
Una de las primeras historias que nos narra la Biblia es la de Caín y Abel: una historia acerca del origen de la violencia. Caín siente celos de su hermano porque su ofrenda había sido más agradable a Dios. Caín no puede controlar la situación, no puede dominar la voluntad de Dios ni la voluntad de su hermano. Caín no acepta la libertad del otro. Ante la necesidad de controlarlo todo, de tomar el control de la situación y ante la imposibilidad de hacerlo, al ser humano le brota una reacción de inseguridad, de indefensión… quiere dominar, pero no puede, quiere ser el dueño de la libertad del otro y termina así ahogando su propia libertad haciéndose esclavo de su odio y su rabia, maltratando a quien no podemos arrebatar la libertad. Lamentablemente todavía vivimos estas situaciones a diario en la familia, donde la necesidad de dominar termina derramando una sangre que clama desde la tierra igual que la de Abel.

3ª estación (6 de Abril)
¿Cuántas familias a nuestro alrededor viven sin lo necesario? ¿Cuántos a nuestro lado pasan hambre o no pueden disfrutar de un hogar caliente en invierno? ¿Cuántos tienen que mendigar para poder alimentar a sus hijos? ¿Cuántos han perdido la esperanza de encontrar un empleo digno? La pobreza material es un drama que sigue afectando a muchas familias a nuestro alrededor: el paro prolongado, la falta de ahorro, los vicios, las deudas acumuladas… son algunas de las causas de este drama. El Señor nos envía en esta #cuaresma2019 a estar atentos a estas situaciones, a reconocerlo a Él en cada uno de los protagonistas de este drama porque la familia está llamada a cuidar de las familias. ‘Entonces le preguntaremos: -Señor, ¿cuándo te vimos con hambre, o en el paro, o sin casa, o buscando en un contenedor, y no te ayudamos? Él les contestará: -Os aseguro que todo lo que no hicisteis por estos, mis pequeños, tampoco por mí lo hicisteis’.

4ª estación (7 de Abril)
“Amar a alguien significa decirle: tú nunca morirás”, decía Marcel. Cuando el amor es verdadero, penetra de forma tan profunda en mí que ya no puedo entenderme sin el otro. El amor está hecho para la eternidad y cuando un ser querido muere nos negamos a aceptar que esa muerte pueda ser definitiva. El hombre necesita eternidad, y cualquier otra esperanza es demasiado breve, demasiado pequeña, demasiado poco humana. La muerte de un ser amado supone también una muerte personal, porque algo en mí se muere al morir una persona sin la que no soy capaz de entenderme. Y la esperanza es posible sólo si existe un Amor que es capaz de superar ese abismo de tiempo y de distancia. Hoy Domingo, celebramos que Dios entró en nuestra existencia hasta la propia muerte, ha superado ese abismo y ha abierto el camino para todos: «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí no morirá para siempre»

5ª estación (8 de Abril)
“¿Dónde está familia tu tesoro? Pues donde tengas el tesoro, allí pondrás el corazón”. Muchas culturas a lo largo de la historia han cuidado a sus mayores con delicadeza y esmero. En muchas, los ancianos son venerados y consultados como portadores de la sabiduría, de la experiencia y el buen hacer. Job buscando la sabiduría se preguntaba: “¿acaso no es cosa de ancianos la sabiduría, la perspicacia asunto de larga edad?” Estas culturas tenían en la sabiduría y la experiencia su tesoro. Pero nuestra cultura actual ha puesto su corazón en lo útil, lo que produce, lo que, en definitiva, sirve para obtener dinero. Los ancianos quedan descartados porque su sabiduría ha dejado de ser nuestro tesoro, su experiencia ha dejado de ser nuestro consejo y su memoria ha dejado de ser nuestra historia. ¡Cuántos ancianos desterrados, abandonados por su propia familia, cuántos olvidados porque han dejado de ser útiles! Recuperemos la riqueza, devolvámosles el corazón.

6ª estación (9 de Abril)
“Una nación sobrevive a los tontos, incluso a los ambiciosos, pero no puede sobrevivir a la traición desde dentro” (Cicerón). La confianza, la lealtad, son la materia prima con la que se construye toda nación y toda familia. Si la relación fuese un pan, la levadura sería la confianza, que en pequeñísima cantidad y pasando casi desapercibida, hace crecer, llena de vida y transforma la masa en alimento para los demás. Sin embargo, al igual que existe una levadura buena, que fermenta la masa, existe una levadura mala que la contamina. Y “basta muy poca levadura para hacer crecer, pero también muy poca levadura para destruir” lo que se ha tardado mucho en construirse. Dice el Evangelio: “guardaos de la levadura de los fariseos”. ¡Cuántas traiciones que quiebran lo que la confianza ha tardado tanto en construir! ¡Cuántos han decidido envenenar la masa en vez de fermentarla para hacerse pan! Recordad: quien es fiel en lo poco, en lo mucho será fiel.

7ª estación (10 de Abril)
Las promesas son capaces de transformar un corazón, de iluminarlo, ilusionarlo y llenarlo de una sensación que se llama “vida”. Las promesas nos llevan más allá de nosotros mismos, nos dan alas para crecer y nos van edificando en aquello que estamos llamados a ser un día. Las promesas nos hacen encontrarnos con aquel que nos promete, nos unen en un proyecto juntos. Pero ¿qué pasa si se rompe una promesa? ¿Qué pasa si se rompe la promesa sobre la que he construido mi familia? Las promesas rotas destruyen el corazón, lo desilusionan, lo llenan de una sensación que se llama “muerte”. Las promesas rotas nos hacen aislarnos en nosotros mismos, nos generan desconfianza en el encuentro. Los cristianos creemos que la promesa sobre la que edificamos nuestra familia y nuestra vida está hecha con la fuerza de Dios porque nuestras fuerzas son demasiado débiles para amar como quisiéramos amar y nuestro corazón frágil para perdonar como quisiéramos perdonar.

8ª estación (11 de Abril)
Solemos decir que “uno no se da cuenta de lo que tiene hasta que lo pierde”. Y así nos pasa muchas veces con la paz: no la valoramos, pero quien vive sin ella nos demuestra que uno es capaz de arriesgar incluso la vida por recuperarla. Muchas familias tienen que huir de su patria ante la desesperación que causa un futuro imposible de construir, la guerra continuada, la crisis humana y económica... La migración para estas familias es un ejercicio de fe y esperanza… no saben lo que se van a encontrar, lo dejan todo, se abandonan en manos de una humanidad a la que reclaman una mirada comprensiva y compasiva. Muchas familias están tiradas al borde del camino despojadas de todo, saqueadas por ladrones y mafias, heridas, desesperadas. Jesús nos invita a pasar al borde del camino: nos habla de un levita y un sacerdote que viéndolo, pasaron de largo, Solo un buen samaritano descubrió en esos un prójimo por quien merece la pena dar la vida.

9ª estación (12 de Abril)
Alguna vez habréis escuchado la historia de José: el penúltimo de doce hermanos que había sido concebido por su padre Jacob en la vejez. Sus hermanos sintieron envidia porque percibían que su padre lo amaba de forma especial. Conspiraron para matarlo, lo arrojaron a un pozo y finalmente lo vendieron como esclavo. La envidia consiste en experimentar tristeza ante el bien del otro, y considerar esto como un mal para mí porque disminuye mi propia felicidad, mi bienestar, mi prestigio. La envidia consiste en creer una mentira: que el otro no es parte de mí, que su bien no es mi bien, que su felicidad no es mi felicidad. La envidia entre hermanos construye la familia sobre un falso cimiento y al fallar el cimiento, cae la casa: hermanos que no se hablan, primos que no se conocen, familias rotas por herencias… Lo contrario de la envidia es la caridad, que se alegra del bien del hermano porque ese es también mi bien, porque esa es también mi verdad.

10ª estación (13 de Abril)
Y llegó sin avisarte, y llegó sin preguntar... y en tus ojos adentrarse y tu libertad llevarse a donde nunca quiso estar. Y se trajo el frío a casa, y las ganas de llorar. Nadie sabe cuánto duele, ni lo cerca que se está de rendirse ante el gigante, de romperse a cada instante ante la cruda realidad. Aunque el camino es amargo y dicen que dolerá, hasta el invierno más largo muere rendido ante el mar. Hay una luz siempre cerca, trae la oportunidad: ¡no eres el miedo que tengas, eres la vida que das! Ninguna estrella está sola ni deja de brillar aunque el silencio y las horas quieran hacerla llorar. Señor, llenas de luces las sombras, callas la soledad, dices: ¡no eres el miedo que ahoga, eres la vida que das! (reflexión elaborada con la letra de “Tu eres la vida”, de Maldita Nerea)

11ª estación (14 de Abril)
Muchas familias viven y conviven con la enfermedad cada día. La enfermedad es una de las experiencias más dramáticas y a la vez más humanas donde se percibe realmente que no somos autosuficientes, que no lo podemos todo por nosotros mismos, que necesitamos de los demás. Paradójicamente, la enfermedad puede ser un momento que restaura, rehabilita, devuelve a la persona la conciencia de fragilidad y la capacidad de discernir las cosas que son importantes en la vida. La clave está en vivir la enfermedad otorgándole un sentido al sufrimiento. Decía Nietzsche: quien tiene un qué y un por qué puede soportar casi cualquier cómo. Nosotros decimos: quien tiene un quién y un por quién, entonces podrá soportarlo.

5ª estación (8 de Abril)
“¿Dónde está familia tu tesoro? Pues donde tengas el tesoro, allí pondrás el corazón”. Muchas culturas a lo largo de la historia han cuidado a sus mayores con delicadeza y esmero. En muchas, los ancianos son venerados y consultados como portadores de la sabiduría, de la experiencia y el buen hacer. Job buscando la sabiduría se preguntaba: “¿acaso no es cosa de ancianos la sabiduría, la perspicacia asunto de larga edad?” Estas culturas tenían en la sabiduría y la experiencia su tesoro. Pero nuestra cultura actual ha puesto su corazón en lo útil, lo que produce, lo que, en definitiva, sirve para obtener dinero. Los ancianos quedan descartados porque su sabiduría ha dejado de ser nuestro tesoro, su experiencia ha dejado de ser nuestro consejo y su memoria ha dejado de ser nuestra historia. ¡Cuántos ancianos desterrados, abandonados por su propia familia, cuántos olvidados porque han dejado de ser útiles! Recuperemos la riqueza, devolvámosles el corazón.

6ª estación (9 de Abril)
“Una nación sobrevive a los tontos, incluso a los ambiciosos, pero no puede sobrevivir a la traición desde dentro” (Cicerón). La confianza, la lealtad, son la materia prima con la que se construye toda nación y toda familia. Si la relación fuese un pan, la levadura sería la confianza, que en pequeñísima cantidad y pasando casi desapercibida, hace crecer, llena de vida y transforma la masa en alimento para los demás. Sin embargo, al igual que existe una levadura buena, que fermenta la masa, existe una levadura mala que la contamina. Y “basta muy poca levadura para hacer crecer, pero también muy poca levadura para destruir” lo que se ha tardado mucho en construirse. Dice el Evangelio: “guardaos de la levadura de los fariseos”. ¡Cuántas traiciones que quiebran lo que la confianza ha tardado tanto en construir! ¡Cuántos han decidido envenenar la masa en vez de fermentarla para hacerse pan! Recordad: quien es fiel en lo poco, en lo mucho será fiel.

7ª estación (10 de Abril)
Las promesas son capaces de transformar un corazón, de iluminarlo, ilusionarlo y llenarlo de una sensación que se llama “vida”. Las promesas nos llevan más allá de nosotros mismos, nos dan alas para crecer y nos van edificando en aquello que estamos llamados a ser un día. Las promesas nos hacen encontrarnos con aquel que nos promete, nos unen en un proyecto juntos. Pero ¿qué pasa si se rompe una promesa? ¿Qué pasa si se rompe la promesa sobre la que he construido mi familia? Las promesas rotas destruyen el corazón, lo desilusionan, lo llenan de una sensación que se llama “muerte”. Las promesas rotas nos hacen aislarnos en nosotros mismos, nos generan desconfianza en el encuentro. Los cristianos creemos que la promesa sobre la que edificamos nuestra familia y nuestra vida está hecha con la fuerza de Dios porque nuestras fuerzas son demasiado débiles para amar como quisiéramos amar y nuestro corazón frágil para perdonar como quisiéramos perdonar.

8ª estación (11 de Abril)
Solemos decir que “uno no se da cuenta de lo que tiene hasta que lo pierde”. Y así nos pasa muchas veces con la paz: no la valoramos, pero quien vive sin ella nos demuestra que uno es capaz de arriesgar incluso la vida por recuperarla. Muchas familias tienen que huir de su patria ante la desesperación que causa un futuro imposible de construir, la guerra continuada, la crisis humana y económica... La migración para estas familias es un ejercicio de fe y esperanza… no saben lo que se van a encontrar, lo dejan todo, se abandonan en manos de una humanidad a la que reclaman una mirada comprensiva y compasiva. Muchas familias están tiradas al borde del camino despojadas de todo, saqueadas por ladrones y mafias, heridas, desesperadas. Jesús nos invita a pasar al borde del camino: nos habla de un levita y un sacerdote que viéndolo, pasaron de largo, Solo un buen samaritano descubrió en esos un prójimo por quien merece la pena dar la vida.

9ª estación (12 de Abril)
Alguna vez habréis escuchado la historia de José: el penúltimo de doce hermanos que había sido concebido por su padre Jacob en la vejez. Sus hermanos sintieron envidia porque percibían que su padre lo amaba de forma especial. Conspiraron para matarlo, lo arrojaron a un pozo y finalmente lo vendieron como esclavo. La envidia consiste en experimentar tristeza ante el bien del otro, y considerar esto como un mal para mí porque disminuye mi propia felicidad, mi bienestar, mi prestigio. La envidia consiste en creer una mentira: que el otro no es parte de mí, que su bien no es mi bien, que su felicidad no es mi felicidad. La envidia entre hermanos construye la familia sobre un falso cimiento y al fallar el cimiento, cae la casa: hermanos que no se hablan, primos que no se conocen, familias rotas por herencias… Lo contrario de la envidia es la caridad, que se alegra del bien del hermano porque ese es también mi bien, porque esa es también mi verdad.

10ª estación (13 de Abril)
Y llegó sin avisarte, y llegó sin preguntar... y en tus ojos adentrarse y tu libertad llevarse a donde nunca quiso estar. Y se trajo el frío a casa, y las ganas de llorar. Nadie sabe cuánto duele, ni lo cerca que se está de rendirse ante el gigante, de romperse a cada instante ante la cruda realidad. Aunque el camino es amargo y dicen que dolerá, hasta el invierno más largo muere rendido ante el mar. Hay una luz siempre cerca, trae la oportunidad: ¡no eres el miedo que tengas, eres la vida que das! Ninguna estrella está sola ni deja de brillar aunque el silencio y las horas quieran hacerla llorar. Señor, llenas de luces las sombras, callas la soledad, dices: ¡no eres el miedo que ahoga, eres la vida que das! (reflexión elaborada con la letra de “Tu eres la vida”, de Maldita Nerea)

11ª estación (14 de Abril)
Muchas familias viven y conviven con la enfermedad cada día. La enfermedad es una de las experiencias más dramáticas y a la vez más humanas donde se percibe realmente que no somos autosuficientes, que no lo podemos todo por nosotros mismos, que necesitamos de los demás. Paradójicamente, la enfermedad puede ser un momento que restaura, rehabilita, devuelve a la persona la conciencia de fragilidad y la capacidad de discernir las cosas que son importantes en la vida. La clave está en vivir la enfermedad otorgándole un sentido al sufrimiento. Decía Nietzsche: quien tiene un qué y un por qué puede soportar casi cualquier cómo. Nosotros decimos: quien tiene un quién y un por quién, entonces podrá soportarlo.

5ª estación (8 de Abril)
“¿Dónde está familia tu tesoro? Pues donde tengas el tesoro, allí pondrás el corazón”. Muchas culturas a lo largo de la historia han cuidado a sus mayores con delicadeza y esmero. En muchas, los ancianos son venerados y consultados como portadores de la sabiduría, de la experiencia y el buen hacer. Job buscando la sabiduría se preguntaba: “¿acaso no es cosa de ancianos la sabiduría, la perspicacia asunto de larga edad?” Estas culturas tenían en la sabiduría y la experiencia su tesoro. Pero nuestra cultura actual ha puesto su corazón en lo útil, lo que produce, lo que, en definitiva, sirve para obtener dinero. Los ancianos quedan descartados porque su sabiduría ha dejado de ser nuestro tesoro, su experiencia ha dejado de ser nuestro consejo y su memoria ha dejado de ser nuestra historia. ¡Cuántos ancianos desterrados, abandonados por su propia familia, cuántos olvidados porque han dejado de ser útiles! Recuperemos la riqueza, devolvámosles el corazón.

6ª estación (9 de Abril)
“Una nación sobrevive a los tontos, incluso a los ambiciosos, pero no puede sobrevivir a la traición desde dentro” (Cicerón). La confianza, la lealtad, son la materia prima con la que se construye toda nación y toda familia. Si la relación fuese un pan, la levadura sería la confianza, que en pequeñísima cantidad y pasando casi desapercibida, hace crecer, llena de vida y transforma la masa en alimento para los demás. Sin embargo, al igual que existe una levadura buena, que fermenta la masa, existe una levadura mala que la contamina. Y “basta muy poca levadura para hacer crecer, pero también muy poca levadura para destruir” lo que se ha tardado mucho en construirse. Dice el Evangelio: “guardaos de la levadura de los fariseos”. ¡Cuántas traiciones que quiebran lo que la confianza ha tardado tanto en construir! ¡Cuántos han decidido envenenar la masa en vez de fermentarla para hacerse pan! Recordad: quien es fiel en lo poco, en lo mucho será fiel.

7ª estación (10 de Abril)
Las promesas son capaces de transformar un corazón, de iluminarlo, ilusionarlo y llenarlo de una sensación que se llama “vida”. Las promesas nos llevan más allá de nosotros mismos, nos dan alas para crecer y nos van edificando en aquello que estamos llamados a ser un día. Las promesas nos hacen encontrarnos con aquel que nos promete, nos unen en un proyecto juntos. Pero ¿qué pasa si se rompe una promesa? ¿Qué pasa si se rompe la promesa sobre la que he construido mi familia? Las promesas rotas destruyen el corazón, lo desilusionan, lo llenan de una sensación que se llama “muerte”. Las promesas rotas nos hacen aislarnos en nosotros mismos, nos generan desconfianza en el encuentro. Los cristianos creemos que la promesa sobre la que edificamos nuestra familia y nuestra vida está hecha con la fuerza de Dios porque nuestras fuerzas son demasiado débiles para amar como quisiéramos amar y nuestro corazón frágil para perdonar como quisiéramos perdonar.

8ª estación (11 de Abril)
Solemos decir que “uno no se da cuenta de lo que tiene hasta que lo pierde”. Y así nos pasa muchas veces con la paz: no la valoramos, pero quien vive sin ella nos demuestra que uno es capaz de arriesgar incluso la vida por recuperarla. Muchas familias tienen que huir de su patria ante la desesperación que causa un futuro imposible de construir, la guerra continuada, la crisis humana y económica... La migración para estas familias es un ejercicio de fe y esperanza… no saben lo que se van a encontrar, lo dejan todo, se abandonan en manos de una humanidad a la que reclaman una mirada comprensiva y compasiva. Muchas familias están tiradas al borde del camino despojadas de todo, saqueadas por ladrones y mafias, heridas, desesperadas. Jesús nos invita a pasar al borde del camino: nos habla de un levita y un sacerdote que viéndolo, pasaron de largo, Solo un buen samaritano descubrió en esos un prójimo por quien merece la pena dar la vida.

9ª estación (12 de Abril)
Alguna vez habréis escuchado la historia de José: el penúltimo de doce hermanos que había sido concebido por su padre Jacob en la vejez. Sus hermanos sintieron envidia porque percibían que su padre lo amaba de forma especial. Conspiraron para matarlo, lo arrojaron a un pozo y finalmente lo vendieron como esclavo. La envidia consiste en experimentar tristeza ante el bien del otro, y considerar esto como un mal para mí porque disminuye mi propia felicidad, mi bienestar, mi prestigio. La envidia consiste en creer una mentira: que el otro no es parte de mí, que su bien no es mi bien, que su felicidad no es mi felicidad. La envidia entre hermanos construye la familia sobre un falso cimiento y al fallar el cimiento, cae la casa: hermanos que no se hablan, primos que no se conocen, familias rotas por herencias… Lo contrario de la envidia es la caridad, que se alegra del bien del hermano porque ese es también mi bien, porque esa es también mi verdad.

10ª estación (13 de Abril)
Y llegó sin avisarte, y llegó sin preguntar... y en tus ojos adentrarse y tu libertad llevarse a donde nunca quiso estar. Y se trajo el frío a casa, y las ganas de llorar. Nadie sabe cuánto duele, ni lo cerca que se está de rendirse ante el gigante, de romperse a cada instante ante la cruda realidad. Aunque el camino es amargo y dicen que dolerá, hasta el invierno más largo muere rendido ante el mar. Hay una luz siempre cerca, trae la oportunidad: ¡no eres el miedo que tengas, eres la vida que das! Ninguna estrella está sola ni deja de brillar aunque el silencio y las horas quieran hacerla llorar. Señor, llenas de luces las sombras, callas la soledad, dices: ¡no eres el miedo que ahoga, eres la vida que das! (reflexión elaborada con la letra de “Tu eres la vida”, de Maldita Nerea)

11ª estación (14 de Abril)
Muchas familias viven y conviven con la enfermedad cada día. La enfermedad es una de las experiencias más dramáticas y a la vez más humanas donde se percibe realmente que no somos autosuficientes, que no lo podemos todo por nosotros mismos, que necesitamos de los demás. Paradójicamente, la enfermedad puede ser un momento que restaura, rehabilita, devuelve a la persona la conciencia de fragilidad y la capacidad de discernir las cosas que son importantes en la vida. La clave está en vivir la enfermedad otorgándole un sentido al sufrimiento. Decía Nietzsche: quien tiene un qué y un por qué puede soportar casi cualquier cómo. Nosotros decimos: quien tiene un quién y un por quién, entonces podrá soportarlo.

5ª estación (8 de Abril)
“¿Dónde está familia tu tesoro? Pues donde tengas el tesoro, allí pondrás el corazón”. Muchas culturas a lo largo de la historia han cuidado a sus mayores con delicadeza y esmero. En muchas, los ancianos son venerados y consultados como portadores de la sabiduría, de la experiencia y el buen hacer. Job buscando la sabiduría se preguntaba: “¿acaso no es cosa de ancianos la sabiduría, la perspicacia asunto de larga edad?” Estas culturas tenían en la sabiduría y la experiencia su tesoro. Pero nuestra cultura actual ha puesto su corazón en lo útil, lo que produce, lo que, en definitiva, sirve para obtener dinero. Los ancianos quedan descartados porque su sabiduría ha dejado de ser nuestro tesoro, su experiencia ha dejado de ser nuestro consejo y su memoria ha dejado de ser nuestra historia. ¡Cuántos ancianos desterrados, abandonados por su propia familia, cuántos olvidados porque han dejado de ser útiles! Recuperemos la riqueza, devolvámosles el corazón.

6ª estación (9 de Abril)
“Una nación sobrevive a los tontos, incluso a los ambiciosos, pero no puede sobrevivir a la traición desde dentro” (Cicerón). La confianza, la lealtad, son la materia prima con la que se construye toda nación y toda familia. Si la relación fuese un pan, la levadura sería la confianza, que en pequeñísima cantidad y pasando casi desapercibida, hace crecer, llena de vida y transforma la masa en alimento para los demás. Sin embargo, al igual que existe una levadura buena, que fermenta la masa, existe una levadura mala que la contamina. Y “basta muy poca levadura para hacer crecer, pero también muy poca levadura para destruir” lo que se ha tardado mucho en construirse. Dice el Evangelio: “guardaos de la levadura de los fariseos”. ¡Cuántas traiciones que quiebran lo que la confianza ha tardado tanto en construir! ¡Cuántos han decidido envenenar la masa en vez de fermentarla para hacerse pan! Recordad: quien es fiel en lo poco, en lo mucho será fiel.

7ª estación (10 de Abril)
Las promesas son capaces de transformar un corazón, de iluminarlo, ilusionarlo y llenarlo de una sensación que se llama “vida”. Las promesas nos llevan más allá de nosotros mismos, nos dan alas para crecer y nos van edificando en aquello que estamos llamados a ser un día. Las promesas nos hacen encontrarnos con aquel que nos promete, nos unen en un proyecto juntos. Pero ¿qué pasa si se rompe una promesa? ¿Qué pasa si se rompe la promesa sobre la que he construido mi familia? Las promesas rotas destruyen el corazón, lo desilusionan, lo llenan de una sensación que se llama “muerte”. Las promesas rotas nos hacen aislarnos en nosotros mismos, nos generan desconfianza en el encuentro. Los cristianos creemos que la promesa sobre la que edificamos nuestra familia y nuestra vida está hecha con la fuerza de Dios porque nuestras fuerzas son demasiado débiles para amar como quisiéramos amar y nuestro corazón frágil para perdonar como quisiéramos perdonar.

8ª estación (11 de Abril)
Solemos decir que “uno no se da cuenta de lo que tiene hasta que lo pierde”. Y así nos pasa muchas veces con la paz: no la valoramos, pero quien vive sin ella nos demuestra que uno es capaz de arriesgar incluso la vida por recuperarla. Muchas familias tienen que huir de su patria ante la desesperación que causa un futuro imposible de construir, la guerra continuada, la crisis humana y económica... La migración para estas familias es un ejercicio de fe y esperanza… no saben lo que se van a encontrar, lo dejan todo, se abandonan en manos de una humanidad a la que reclaman una mirada comprensiva y compasiva. Muchas familias están tiradas al borde del camino despojadas de todo, saqueadas por ladrones y mafias, heridas, desesperadas. Jesús nos invita a pasar al borde del camino: nos habla de un levita y un sacerdote que viéndolo, pasaron de largo, Solo un buen samaritano descubrió en esos un prójimo por quien merece la pena dar la vida.

9ª estación (12 de Abril)
Alguna vez habréis escuchado la historia de José: el penúltimo de doce hermanos que había sido concebido por su padre Jacob en la vejez. Sus hermanos sintieron envidia porque percibían que su padre lo amaba de forma especial. Conspiraron para matarlo, lo arrojaron a un pozo y finalmente lo vendieron como esclavo. La envidia consiste en experimentar tristeza ante el bien del otro, y considerar esto como un mal para mí porque disminuye mi propia felicidad, mi bienestar, mi prestigio. La envidia consiste en creer una mentira: que el otro no es parte de mí, que su bien no es mi bien, que su felicidad no es mi felicidad. La envidia entre hermanos construye la familia sobre un falso cimiento y al fallar el cimiento, cae la casa: hermanos que no se hablan, primos que no se conocen, familias rotas por herencias… Lo contrario de la envidia es la caridad, que se alegra del bien del hermano porque ese es también mi bien, porque esa es también mi verdad.

10ª estación (13 de Abril)
Y llegó sin avisarte, y llegó sin preguntar... y en tus ojos adentrarse y tu libertad llevarse a donde nunca quiso estar. Y se trajo el frío a casa, y las ganas de llorar. Nadie sabe cuánto duele, ni lo cerca que se está de rendirse ante el gigante, de romperse a cada instante ante la cruda realidad. Aunque el camino es amargo y dicen que dolerá, hasta el invierno más largo muere rendido ante el mar. Hay una luz siempre cerca, trae la oportunidad: ¡no eres el miedo que tengas, eres la vida que das! Ninguna estrella está sola ni deja de brillar aunque el silencio y las horas quieran hacerla llorar. Señor, llenas de luces las sombras, callas la soledad, dices: ¡no eres el miedo que ahoga, eres la vida que das! (reflexión elaborada con la letra de “Tu eres la vida”, de Maldita Nerea)

11ª estación (14 de Abril)
Muchas familias viven y conviven con la enfermedad cada día. La enfermedad es una de las experiencias más dramáticas y a la vez más humanas donde se percibe realmente que no somos autosuficientes, que no lo podemos todo por nosotros mismos, que necesitamos de los demás. Paradójicamente, la enfermedad puede ser un momento que restaura, rehabilita, devuelve a la persona la conciencia de fragilidad y la capacidad de discernir las cosas que son importantes en la vida. La clave está en vivir la enfermedad otorgándole un sentido al sufrimiento. Decía Nietzsche: quien tiene un qué y un por qué puede soportar casi cualquier cómo. Nosotros decimos: quien tiene un quién y un por quién, entonces podrá soportarlo.

5ª estación (8 de Abril)
“¿Dónde está familia tu tesoro? Pues donde tengas el tesoro, allí pondrás el corazón”. Muchas culturas a lo largo de la historia han cuidado a sus mayores con delicadeza y esmero. En muchas, los ancianos son venerados y consultados como portadores de la sabiduría, de la experiencia y el buen hacer. Job buscando la sabiduría se preguntaba: “¿acaso no es cosa de ancianos la sabiduría, la perspicacia asunto de larga edad?” Estas culturas tenían en la sabiduría y la experiencia su tesoro. Pero nuestra cultura actual ha puesto su corazón en lo útil, lo que produce, lo que, en definitiva, sirve para obtener dinero. Los ancianos quedan descartados porque su sabiduría ha dejado de ser nuestro tesoro, su experiencia ha dejado de ser nuestro consejo y su memoria ha dejado de ser nuestra historia. ¡Cuántos ancianos desterrados, abandonados por su propia familia, cuántos olvidados porque han dejado de ser útiles! Recuperemos la riqueza, devolvámosles el corazón.

6ª estación (9 de Abril)
“Una nación sobrevive a los tontos, incluso a los ambiciosos, pero no puede sobrevivir a la traición desde dentro” (Cicerón). La confianza, la lealtad, son la materia prima con la que se construye toda nación y toda familia. Si la relación fuese un pan, la levadura sería la confianza, que en pequeñísima cantidad y pasando casi desapercibida, hace crecer, llena de vida y transforma la masa en alimento para los demás. Sin embargo, al igual que existe una levadura buena, que fermenta la masa, existe una levadura mala que la contamina. Y “basta muy poca levadura para hacer crecer, pero también muy poca levadura para destruir” lo que se ha tardado mucho en construirse. Dice el Evangelio: “guardaos de la levadura de los fariseos”. ¡Cuántas traiciones que quiebran lo que la confianza ha tardado tanto en construir! ¡Cuántos han decidido envenenar la masa en vez de fermentarla para hacerse pan! Recordad: quien es fiel en lo poco, en lo mucho será fiel.

7ª estación (10 de Abril)
Las promesas son capaces de transformar un corazón, de iluminarlo, ilusionarlo y llenarlo de una sensación que se llama “vida”. Las promesas nos llevan más allá de nosotros mismos, nos dan alas para crecer y nos van edificando en aquello que estamos llamados a ser un día. Las promesas nos hacen encontrarnos con aquel que nos promete, nos unen en un proyecto juntos. Pero ¿qué pasa si se rompe una promesa? ¿Qué pasa si se rompe la promesa sobre la que he construido mi familia? Las promesas rotas destruyen el corazón, lo desilusionan, lo llenan de una sensación que se llama “muerte”. Las promesas rotas nos hacen aislarnos en nosotros mismos, nos generan desconfianza en el encuentro. Los cristianos creemos que la promesa sobre la que edificamos nuestra familia y nuestra vida está hecha con la fuerza de Dios porque nuestras fuerzas son demasiado débiles para amar como quisiéramos amar y nuestro corazón frágil para perdonar como quisiéramos perdonar.

8ª estación (11 de Abril)
Solemos decir que “uno no se da cuenta de lo que tiene hasta que lo pierde”. Y así nos pasa muchas veces con la paz: no la valoramos, pero quien vive sin ella nos demuestra que uno es capaz de arriesgar incluso la vida por recuperarla. Muchas familias tienen que huir de su patria ante la desesperación que causa un futuro imposible de construir, la guerra continuada, la crisis humana y económica... La migración para estas familias es un ejercicio de fe y esperanza… no saben lo que se van a encontrar, lo dejan todo, se abandonan en manos de una humanidad a la que reclaman una mirada comprensiva y compasiva. Muchas familias están tiradas al borde del camino despojadas de todo, saqueadas por ladrones y mafias, heridas, desesperadas. Jesús nos invita a pasar al borde del camino: nos habla de un levita y un sacerdote que viéndolo, pasaron de largo, Solo un buen samaritano descubrió en esos un prójimo por quien merece la pena dar la vida.

9ª estación (12 de Abril)
Alguna vez habréis escuchado la historia de José: el penúltimo de doce hermanos que había sido concebido por su padre Jacob en la vejez. Sus hermanos sintieron envidia porque percibían que su padre lo amaba de forma especial. Conspiraron para matarlo, lo arrojaron a un pozo y finalmente lo vendieron como esclavo. La envidia consiste en experimentar tristeza ante el bien del otro, y considerar esto como un mal para mí porque disminuye mi propia felicidad, mi bienestar, mi prestigio. La envidia consiste en creer una mentira: que el otro no es parte de mí, que su bien no es mi bien, que su felicidad no es mi felicidad. La envidia entre hermanos construye la familia sobre un falso cimiento y al fallar el cimiento, cae la casa: hermanos que no se hablan, primos que no se conocen, familias rotas por herencias… Lo contrario de la envidia es la caridad, que se alegra del bien del hermano porque ese es también mi bien, porque esa es también mi verdad.

10ª estación (13 de Abril)
Y llegó sin avisarte, y llegó sin preguntar... y en tus ojos adentrarse y tu libertad llevarse a donde nunca quiso estar. Y se trajo el frío a casa, y las ganas de llorar. Nadie sabe cuánto duele, ni lo cerca que se está de rendirse ante el gigante, de romperse a cada instante ante la cruda realidad. Aunque el camino es amargo y dicen que dolerá, hasta el invierno más largo muere rendido ante el mar. Hay una luz siempre cerca, trae la oportunidad: ¡no eres el miedo que tengas, eres la vida que das! Ninguna estrella está sola ni deja de brillar aunque el silencio y las horas quieran hacerla llorar. Señor, llenas de luces las sombras, callas la soledad, dices: ¡no eres el miedo que ahoga, eres la vida que das! (reflexión elaborada con la letra de “Tu eres la vida”, de Maldita Nerea)

11ª estación (14 de Abril)
Muchas familias viven y conviven con la enfermedad cada día. La enfermedad es una de las experiencias más dramáticas y a la vez más humanas donde se percibe realmente que no somos autosuficientes, que no lo podemos todo por nosotros mismos, que necesitamos de los demás. Paradójicamente, la enfermedad puede ser un momento que restaura, rehabilita, devuelve a la persona la conciencia de fragilidad y la capacidad de discernir las cosas que son importantes en la vida. La clave está en vivir la enfermedad otorgándole un sentido al sufrimiento. Decía Nietzsche: quien tiene un qué y un por qué puede soportar casi cualquier cómo. Nosotros decimos: quien tiene un quién y un por quién, entonces podrá soportarlo.
SEMANA 7

12ª estación (15 de Abril)
Lamentablemente vivimos en una sociedad donde se sigue valorando a las personas por el puesto que ocupen, la carrera que tengan o la ropa que vistan. Se nos enseña a aparentar para parecer. Y esto lo hacemos para ser felices. Sin embargo, el evangelio nos dice: “felices los pobres en el espíritu”. La pobreza espiritual es una condición para la felicidad según el mismo Jesús: no se trata de ser ricos o pobres materialmente, porque hasta el más pobre puede tener la actitud del rico, sino de saberse necesitado, sostenido y fundado por el amor de Dios: “sin mi no podéis hacer nada”. ¡Cuántas familias son incapaces de educar en el ser y no en el parecer! ¡Cuántas familias con apariencia de riqueza que en el fondo están vacías de lo más elemental! ¡Cuántos satisfechos que creen que ya no necesitan nada! De nada sirve la riqueza en el bolsillo cuando está vacío el corazón.

13ª estación (16 de Abril)
Muchas familias se ven afectadas por la adicción de uno de sus miembros al juego, al alcohol, a las drogas… En la familia nos pertenecemos los unos a los otros, la realidad de uno afecta a todos. Y cuando la libertad de uno se ve comprometida por una de estas adicciones, es la libertad entera de la familia la que está en juego. Y toda adicción es una huida: refugios para poder escapar de un problema, una situación, una mala relación. Pero al final el refugio se convierte en cárcel y te destroza la vida. Allí donde vas a buscar la libertad, encuentras la mayor esclavitud. La familia debe ser el refugio en las crisis, porque es el único lugar donde huyendo, volvemos a encontrarnos con nosotros mismos, con quienes somos de verdad. Dice Beret en _Ojalá_: “hay tantos con quien estar pero no con quien ser”. Por eso merece la pena encontrar aquellos que nos hacen ser de verdad… porque sólo “la verdad nos hace libres”.

14ª estación (17 de Abril)
Hoy terminamos nuestro viacrucis con un tema “tabú“, el sexo. Y es que para muchas familias es un tema que no se aborda por vergüenza en la educación de los hijos. La sexualidad pertenece a lo que somos y si no la educamos para vivirla como seres humanos, la viviremos de forma espontánea como animales. La clave está en descubrir siempre al otro desde la mirada de Dios, aprender a mirar a las personas con ojos que aman y no usan, recibir al otro como un regalo y no como una posesión. Queremos una sociedad libre de abusos, de sexismos, de animalidad. Quien desde pequeño se acostumbra a amar, amará y la familia es el único ambiente donde la gratuidad permite educar este amor.

Fin de campaña - Cuaresma 2019
¡Queridos amigos!, nuestra campaña #amandoenFamilia llega a su fin. Este año hemos elegido el tema de la familia por un motivo fundamental: la familia que se ama se convierte en el mejor lugar para descubrir la voluntad de Dios sobre nuestra vida, el mejor lugar para crecer en la capacidad de entrega, en definitiva, la familia es nuestra brújula para recorrer el camino de la felicidad. Ese camino nos lo ha mostrado Jesús en su vida entregándose del todo, incluso hasta derramar su sangre por nosotros. Feliz Pascua y nos vemos en Adviento en www.mivocacion.es
bottom of page