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encontrar su rostro en el cine

Luz de Soledad

Bajo este nombre se enmarca la  película de Pablo Moreno (2016). Un 'film' que lleva, como jóvenes, a plantearnos muchas preguntas: ¿qué quiere Dios de mí? En un mundo tan necesitado de oídos para escuchar ¿qué pequeña palabra puedo decir? En una sociedad tan hambrienta de Dios ¿cómo ofrecer el verdadero Pan, un Pan que sacia el espíritu y hace que nunca más tengamos sed?

Luz de Soledad no es sólo la historia del nacimiento de una orden religiosa (las Siervas de María) de manos de la madre Soledad (Laura Contreras): es la historia de una gran llamada, la llamada que Dios nos hace cada día. Una llamada a escucharle en un anciano enfermo. Una llamada a servirle cuidando a dicho anciano, leyéndole la historia de Dios contigo, o también dando de comer a una niña necesitada aunque su padre (Raúl Escudero) no quiera que lo vean con creyentes. Una llamada a amar al prójimo, a amar incluso a aquellos hermanos que, aun viviendo en nuestra misma familia cristiana, nos rechazan y no quieren escucharnos (Elena Furiase). Una llamada a dejar que los hijos vuelen, a dejar, como madre (Lolita Flores), que tu hij@ siga el camino que Dios le tiene reservado. Una llamada, en definitiva, a ser LUZ en medio de un mundo en el que parece ganar la guerra, la rivalidad y la oscuridad.

Es la llamada de Dios, esa que nos hace a todos, a cada uno de distinta manera y siguiendo caminos diferentes. ¡Atrévete! Como a santa Soledad, a lo mejor Dios te está llamando a hacer algo nuevo… a seguirle… a dar tu vida por Él y por los hermanos. No importa cómo sea. No importa que te llame a ser sacerdote, a ser religios@ o a ser laic@: lo que importa es que seguro que te está llamando… ¿no le vas a abrir la puerta? ¡Ábrele! Merece la pena. Y para ello, no te quedes sólo en ver la "peli". Cuando la hayas visto, pon delante de Dios tu corazón y, como Santa Teresa, con confianza, dile: "¿Qué mandáis hacer de mí?". Estate atento. Cuando menos te lo esperes, él te lo dirá… y entonces serás el hombre, la mujer… ¡¡más feliz del mundo!!

(Comentario realizado por el Padre Anselmo Matilla, sacerdote de Ciudad Rodrigo)

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