En estos meses pasados hemos escuchado muchas veces cómo algunos hablaban de esta pandemia como un castigo divino por los excesos del ser humano, como un grito de la naturaleza por volver a su lugar original. Ante un mal de este tipo uno tiene derecho a preguntarse ¿dónde está Dios aquí? Y si la respuesta fuera simplemente “Dios se queda al margen para respetar la libertad del hombre y el devenir de la creación” parecería un poco pobre.