Durante los meses más duros de la pandemia hubo labores muy visibles que se reconocieron a diario con un aplauso. Pero como casi siempre, hubo otras olvidadas, que se perdieron en el anonimato. Hoy queremos hacer un homenaje a todos aquellos que fueron invisibles, pero que complicaron sus vidas para cuidar al mundo. Hablar de todos sería imposible y en su nombre, recordamos hoy a los sacerdotes: algunos abrieron capillas digitales para que los hombres pudieran seguir encontrándose con Dios.