¿Quién puede afirmar que nunca ha sufrido? ¿Quién puede afirmar que es ajeno al dolor? ¿Quién puede decir que le da igual contemplar las desgracias del prójimo? El sufrimiento es una de las experiencias más universales porque a todos nos ha tocado de uno u otro modo (pérdidas, enfermedades, complejos, traiciones, miedos). Nos iguala a todos porque nadie es ajeno a esta realidad. Cuando lo padecemos tendemos a huir, a escapar y a refugiarnos donde nos sentimos cómodos.