Quizá haya tenido que venir una pandemia como la que estamos sufriendo para darnos cuenta de que somos una unidad, que no somos un conjunto de partes diferenciadas al estilo de una máquina, que no podemos separar nuestro cuerpo de nuestra manera de pensar y de nuestros sentimientos y que tampoco podemos vivir de forma aislada. Cuando algo nos preocupa, se nos nota en la cara. Y cuando tenemos una enfermedad corporal, sentimos ansiedad.